por Antonella Colannino, crítica de arte

AZAY ART MAGAZINE

Hay algo que cambia en Romeo Niram, una trascendencia inmanente que libera al hombre de todo prejuicio y supera el límite de su propio actuar. Un intelectualismo que se nutre de la pasión a través del espacio de la mente y el mundo físico. Una pintura culta y compleja que pone en relación los diversos lenguajes artísticos con evidente referencia al surrealismo de Dalí, a la metafísica de De Chirico y al primitivismo abstracto de Brancusi, por citar algunos ejemplos. Una pintura culta con fuertes referencias simbólicas y un nivel narrativo profundo, atenta a las problemáticas sociales.

Niram vive su dimensión de artista suspendido entre el pasado y el presente, entre el deseo de afirmar la propia libertad y la plena conciencia de que el arte está en el fondo en relación con todo el ámbito del conocimiento. La liberación del hombre de todo prejuicio y la superación de todo límite se expresa en la lisa fluidez del color y en la atenuación de las zonas de contraste a través de las sombras que remarcan la intensidad y los matices de la emoción. Los sentimientos como la pasión y el erotismo ocupan un espacio abstracto se funden en la inconsistencia de un color evanescente. En Niram se puede hablar de pasión intelectual, un valor erótico que se descubre en la sugestión de hermosas formas y el particular lenguaje corporal que exalta la imagen de una mujer sensual. La relación entre el pintor y la modelo se renueva en un diálogo psicológico, íntimo que deja paso a las sensaciones y las delicadas ansias.

Humanographia

Aflora la idea de una mujer socialmente afirmada y dominante en la propia sensualidad, una ambigüedad de rol que se expresa a través de la Humanografía, una escritura visual que no emplea la palabra sino el cuerpo como instrumento de comunicación en el cual el juego erótico se narra dentro de una estructura compositiva de técnica fotográfica. “Con Humanografía, Niram ha escrito el mayor ensayo pictórico contemporáneo sobre el misterio femenino”, ha afirmado el escritor español Héctor Martínez Sanz, subrayando con ello la fuerza del lenguaje visual del artista y el rol eterno de la mujer en el misterio de la belleza.

Brancusi E=mc2

Su constante referencia a la belleza se extiende a la reflexión sobre el movimiento de la materia y sobre la relación entre el universo infinito de los números y la filosofía del pensamiento. Una relación que tiene su máxima afirmación en la revolución del lenguaje plástico de Constantin Brancusi (1876-1957) quien sostuvo “que hay que subir muy alto para ver más lejos”. Sus obras más representativas “La puerta del beso” y “La columna del infinito” son evidentes referencias en la obra de Niram, el cual pone en relación la fórmula de la relatividad de Einstein con el arte abstracto y primitivo de Brancusi (Brancusi E=mc2). Una ecuación que une arte y física, que aproxima el principio matemático a la mutabilidad de la naturaleza y a la transformación de la materia, donde el tiempo es infinito y el espacio encerrado en límites definidos. Un universo donde el arte es el punto de equilibrio de todo el complejo.

Amor a la antigüedad

La pintura de Romeo Niram se alimenta de citas cultas extraídas del imaginario surrealista de Dalí, del amor a la antigüedad, acompañados de las enorme sombreas de la modernidad del lenguaje metafísico de De Chirico y del abstraccionismo revolucionario de Brancusi, una personalidad particular no clasificable dentro de los grandes movimientos de vanguardia, no obstante de sus relaciones con el dadaísmo y la amistad con Duchamp que lo introduce en el mercado norteamericano.

Pintura culta

En Romeo Niram esta complejidad de relaciones entre las disciplinas del conocimiento está representada por la simbología del espejo que refleja graduados los objetos proyectando la forma, aunque revelando al mismo tiempo la esencia más íntima. La imagen reflejada es la proyección de los diferentes niveles de conocimiento de la cosa que se muestra ante nuestros ojos revelando aquel infinito oculto y contenido en la materia. El arte tiene, por tanto, el don de la revelación, la capacidad de disolver las barreras del conocimiento y abarcar la infinitud en la estética de las formas.

Hevel Niram, retrato Albert Einstein, Constantin Brancusi, pintura culta
El comienzo del mundo / The beginning of the world