Diálogo con el pintor Hevel Niram, publicado en ARTTIME / 2010
Con que edad empezó a pintar y por qué la pintura al óleo?
Niram: Antes de empezar a aprender a pintar, más o menos con 14 años, había ya empezado a dibujar. Me gustaba imitar, durante las largas vacaciones de verano, las ilustraciones de algunos libros de Gustave Doré que había en la biblioteca de mis padres. A los 14 años, comencé propiamente a tener clases de pintura, a sentirme interesado realmente por los pintores, por sus vidas, sus inspiraciones, sus obras y sobre todo me fascinaban los museos. Me gustaba pasear por horas en los museos y admirar los cuadros, la pintura al óleo. Podía ver en ellos el testimonio vivo, salido de la mano del pintor, en una forma vibrante, mucho más apasionada que un libro.
Me gustaba mucho leer pero sólo en los cuadros encontraba aquella continuación de la vida que ansiaba.
Estar frente de un cuadro, el único en el mundo con esas características, tal como había salido de la mano del pintor es una forma emocionante de poder estar, en aquel mismo momento, en otra dimensión temporal, de transportarte en el tiempo, en el pasado, o que el pasado del pintor se vuelva presente en nuestros ojos. Me fascinaba encontrar en los cuadros la vida continúa de los pintores; el arte era, para mí la vida eterna.
Por esa razón, la preservación técnica de los cuadros me ha inquietado desde mis primeros pasos en la pintura.
¿Por qué pinta casi todo á óleo?
R.N. También uso a veces el acrílico pero la verdad es que me gusta el ritual que supone la pintura al óleo. Los gestos casi religiosos con los que haces las mezclas, la línea tan fina que separa el fracaso del éxito, la fascinante alquimia de la pintura à oleo es lo que me ha seducido desde el primer momento. ¿Qué sería el amor sin los cuidados con los que te preparas para encontrarte con una mujer, elegir bien las flores, el perfume, dedicar tiempo a encontrar la joya que ella amará?
Es lo mismo con la pintura, los gestos que el óleo te pide abren un camino de intimidad entre ti y el lienzo, lo quieres comenzar a cubrir lentamente tal como desnudarías lentamente a la mujer amada.
El ritual de la pintura al óleo
N. El ritual del óleo también te lleva a otro mundo porque piensas en tantos pintores, a través de los siglos, que han hecho tantas veces los mismos gestos…
Es como entrar en un templo y prepararte para la ceremonia. A demás el óleo ofrece transparencias y juegos de color que el acrílico no puede crear. La resistencia del óleo es otra cuestión.
Yo estudio constantemente como mejorar mi técnica para aumentar la resistencia de la obra. He visto con horror cuadros “jóvenes”, recientes, de pintores aún vivos que mostraban un desgaste grande y necesitaban restauración. Por eso, desde ya muchos años trabajo con plomo, una técnica de los viejos maestros holandeses, perfeccionada por Rubens.
Debido a la gran toxicidad del plomo es una técnica que se evita pero que no sólo aumenta la resistencia de la obra sino que también te ofrece la ventaja de no tener que esperar el secamiento de las capas, y la pintura se puede continuar, las capas sobrepuestas, todas ellas secándose de forma compacta. La pintura también adquiere un aspecto misterioso, por las tonalidades de las capas y una gran resistencia. Lo que, con el acrílico, sería imposible de obtener.
¿Cuáles fueron tus maestros tanto como profesores como fuente de inspiración?
N. Tuve la suerte de tener clases particulares, desde los 14 años hasta ingresar en la facultad de Bellas Artes, año que desafortunadamente coincidió con su muerte, con el gran maestro de la pintura Corneliu Baba.
Tenía un dominio técnico fascinante y es hasta hoy considerado el mejor retratista de Rumanía de todos los tiempos. Me gustaba reproducir sus obras y aún tengo en la casa familiar de Israel decenas de esbozos de sus obras. Me gustaría algún día poder hacer el retrato de mi profesor, pero ya puede entender que no me atrevo a hacer el retrato del que es considerado el mejor retratista de su país.
Es imposible enumerar aquí a todos los pintores que me fascinan, hay tantos, de diversas épocas y estilos.
Te sientes próximo de algún movimiento? Cómo definirías tu estilo?
N. Hoy en día es difícil encontrar un movimiento que también tenga una ideología propia. No me gusta lo que hoy se llama vanguardia, es suficiente ver lo que otros artistas hacen para conseguir que los consideren originales para que me quede de lado: instalaciones de tomates, proyectos terribles, exposiciones con melones y mucho más.
El abstracto ya es pasado pero el realismo siempre vuelve en el arte
Me ha interesado la exquisitez técnica propuesta por algunos surrealistas, sobre todo Dalí, he aprendido mucho estudiando sus obras, pero no el movimiento en sí. Me fascina encontrar cuadros tan difíciles desde el punto de vista técnico.
El padre de la escultura moderna, Constantin Brancusi, que a todos nos parece abstracto decía que su obra es realista. El abstracto ya es pasado pero el realismo siempre vuelve en el arte, así que Brancusi tenía razón… Yo escribo ensayos al óleo, libros pintados sobre Mircea Eliade, sobre la escultura de Brancusi o la física de Einstein, la poesía de Fernando Pessoa o las novelas de José Saramago, sobre ciencia, sobre erotismo…soy un escritor, un ensayista, un biógrafo, el estilo se adapta en función de lo que quiero trasmitir.
¿Trabaja solamente pintura al óleo o se siente atraído por otras técnicas?
N. Hasta ahora, sólo he hecho pintura, lienzo o mural.
He participado en proyectos colectivos, a la invitación de otros artistas, en decoraciones interiores o exteriores en varios países o en la línea de mobiliario de lujo iniciado por el artistas plástico Bogdan Ater, pero mi contribución ha sido también mediante la pintura.
Estoy en este momento trabajando en un proyecto de escultura, junto con Bogdan Ater, en bronce, dedicado al escultor Constantin Brancusi. Es el primer proyecto que no contiene pintura. Hace años empecé una serie de obras que combinan pintura y escultura pero aún no la he acabado.
Has realizado y ofrecido a los Príncipes de Asturias, el año pasado, un retrato de Don Felipe y Doña Letizia, pintura al óleo, por invitación de los Reales Tercios de España, organización a la que perteneces, como teniente. Encontramos en este cuadro, intitulado “La Puerta de Beso de Asturias”, elementos de los grandes maestros. Nos puedes contar ¿cuáles fueron las fuentes de inspiración?
N. En primer lugar fue un gran honor tanto la invitación de los Reales Tercios, mediante el Teniente General-Jefe Manuel Fuentes Cabrera para la realización de este cuadro como su aceptación por parte de los Príncipes de Asturias y sus palabras de agradecimiento.
Me he inspirado en varias pinturas y sobre todo en Leonardo da Vinci y en la escultura de Constantin Brancusi. Como se trataba de un cuadro dedicado a la monarquía española, quise introducir elementos de un pintor español y elegí a Salvador Dalí y su Madonna de Port Lligat.
Hay varios elementos que evocan también la tierra de Asturias y los símbolos monárquicos españoles.
Este cuadro también tiene un marco especial, una escultura. ¿De qué se trata?
N. Yo considero que España es el templo de la pintura, tanto por su gran pasado de oro como su presente. Entonces, ya que estoy viviendo temporalmente en España, quise hacer un homenaje a los antiguos maestros que, para ocasiones especiales, también realizaban el marco.
Como el marco suponía más escultura que pintura, tuve que acercarme a otro artista plástico, Bogdan Ater, que es un artista muy complejo, muy talentoso. Mi propuesta para el marco fue la escultura “La Columna del Infinito” de Constantin Brancusi, pero como se trataba de una ocasión romántica, el cuadro iría constituir un regalo para el aniversario de boda de los Príncipes de Asturias, Bogdan Ater sugirió que usásemos otra escultura de Brancusi, “La Puerta del Beso”, de ahí el título del cuadro, “La Puerta del Beso de Asturias”. Trabajamos separadamente y, al final, cuando vi el marco hecho por Ater me quedé asombrado, había realizado una réplica muy similar a la obra de Brancusi.
Tu serie de cuadros dedicada a Portugal, “Ensayo sobre la Lucidez”, es un homenaje a un país en que viviste algunos años, contiene una breve introducción la cultura portuguesa: Saramago, Fernando Pessoa, Luis de Camoes y más. ¿Podremos esperar una serie dedicada a la cultura española también?
N. Eso significaría que mi estancia en España se acercaría al final y por el momento no estoy considerando irme. España es más un pasaje en mi viaje por el mundo, pero me he enamorado de su gente (de su pintura ya estaba enamorado desde los 14 años), de su energía y de su amor por las bellas artes.
Aún me queda mucho por hacer en España. Hice la serie sobre la cultura portuguesa como un Adiós a Portugal, ya lo conocía muy bien, ya había profundizado su arte, su literatura, todo lo que Portugal me podía haber dado. Quise dejarle estas pinturas como mi presente de adiós. En España aún me queda mucho por descubrir.
Gracias
N. A vosotros.