Por Salvatore Russo – Crítico y Conservador de Arte

Azay Art Magazine

Escribir sobre Romeo Niram no es sencillo. Estamos hablando de un artista que ha sido capaz de desarrollar un lenguaje de todo punto personal para expresar sus ideas. Un artista ligado a la figuración conceptual que abandona la figuración clásica para proyectar al hombre a enfrentarse directamente con una realidad inmaterial identificable en el cosmos.

Humanografía

Niram, a pesar de su juventud, ha sabido confrontar los problemas actuales que afrontan sus colegas contemporáneos de manera, en mi opinión, muy superficial. Como ejemplo, analizando su ciclo pictórico “Humanografía” podemos percibir una Donna que, consciente de su belleza, se muestra segura de sí misma, tanto como para desafiar con su mirada al hombre que sucumbe al deseo. En este ciclo se abandona el componente erótico al preferirse una suerte de conciencia racional que lleva la mujer al mostrarse, al mismo tiempo, como la única dueña de su cuerpo. A través de un juego de perspectivas de luces y sombras Niram busca trazar un hipotético laberinto mental en el cual el espectador se convierte en protagonista.

Estas figuras no son sólo objeto de la mirada, sino de un comentario de modo tal que expresen un juicio de valor sobre el verdadero mensaje que el artista intenta transmitir a través del velo de una luz que a veces “invade” la figura y otras la “silencia” ocultándola dentro del misterio de la oscuridad. Sería un error muy grave considerar a Niram un artista figurativo. A la perfección señalada de Boticelli en Niram se asocia toda la racionalidad y la conceptualidad del signo que encontramos en Emilio Vedova.

Muy interesante es también el ciclo “Diario Mircea Eliade“. Niram nos lleva a recordar a los grandes del pasado. Cualquiera seguramente va a reconocer el acto de querer transformar la memoria individual en memoria colectiva cuyo significante se vuelve significado, y lo hace por medio del signo que para Fernand de Sassure constituía el emblema de la lingüística contemporanea. Signo y simbolo, sin embargo, que en Niram retornan a “escena” como la muy bella representación Goffmaniana, los grandes hombre del pasado como Camões, Pessoa, Saramago, Brancusi, Einstein etc. Así, en sus obras hay un hombre que no teme subirse al escenario y mostrar en qué se ha convertido. Bambalinas en que Niram prefiere dejar a todos aquellos artistas que tienen miedo de enseñar sobre su lienzo sus “confesiones” artística, prefiriendo un tipo de pintura comercial que, para mí, no les lleva a ninguna parte.

Brancusi E=mc2

Bajo mi punto de vista, el ciclo más interesante es aquél dedicado a la connivencia entre Arte y Física. Me refiero a aquél en que se confronta a Constantin Brancusi con la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein. El escultor rumano está muy unido al físico más famoso del mundo. El cosmos se reinterpreta por Niram sobre la base de los escritos de Einstein y de las obras de Brancusi. El cosmos se transforma en una entidad tangible que ahora sólo quiere ser leída. La musa dormida encuentra su hogar en el infinito. En una de sus representaciones, además, la figura de “Miguel Ángel” está a un paso de tocar aquella relatividad descrita en la fórmula E=mc2. Lo que Niram hace es una recolocación espacial del “ya” visualmente conocido. Pero su gran mérito es haber sabido narrar visualmente situaciones que residen en el caos racional de su mente.

Por primera vez una importante ley de la Física se une al mundo del arte y el autor de esta gran empresa ahora tiene un nombre, el cual es Niram.

Hevel Niram pintura cosmos
La fórmula de dios, pintura al óleo