por Tina Pastor Ibáñez – crítica de arte

AZAY ART

Empiezo a visualizar detenidamente las imágenes que ha pintado Romeo Niram. Saludo con gozo estas páginas digitales, voy diciendo adiós a los egregios catálogos de peso y precio insostenibles. Además puedo ver a Niram en un vídeo dando retoques con su pincel a La Puerta del Beso de Asturias donde están retratados los Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia. El título y algunos elementos del cuadro los ha tomado de la escultura Puerta del Beso de Brancusi, que se encuentra en Rumania; hay un símbolo muy bonito de esta escultura que Niram ha asociado a la pareja principesca, el del beso, representado por dos medios círculos unidos.

Me llama la atención el título “Ensayo sobre la lucidez” y leo que es una serie de pinturas que ha trabajado Niram influido por diversas disciplinas: literatura, cine, arquitectura, filosofía y teología. Deduzco un trabajo de reflexión global que profundiza en sí mismo pero que a la vez establece lazos con otras expresiones y otros pensamientos, no es poco el empeño.

Hacer arte es comunicar, acercarse al otro con la expresión propia, claro que hay que hacer un esfuerzo de lucidez para que la intención llegue lo más abierta posible, quien disfruta de la obra de arte también tendrá que estar dispuesto a abrirse a sus manifestaciones internas. Las claves las aporta el propio artista. Y veo en Niram que esas claves o códigos los interacciona con rigor para que el mensaje llegue abierto.

El arte plástico es espacial y creo que Niram construye muy bien las arquitecturas casi misteriosas de sus composiciones, en una de ellas queda imbricado el rostro fragmentado (o sugerido) del poeta portugués que escribió estos versos con el color de sus sentimientos y que la memoria recuerda:

Es tal vez el último día de mi vida.

Saludé al sol, levantando la mano derecha,

pero no le saludé diciéndole adiós;

le hice un gesto de que me gustaba verlo antes: nada más.

Fernando Pessoa, Poemas de Alberto Caeiro

Sigo con esta serie de “Ensayo sobre la lucidez”, me sobrecoge la imagen de un desnudo masculino asaetado por largas cruces, ¿qué nos quiere decir el artista? No hay escenografía, solamente una sombra negra tras el cuerpo desnudo que sufre una implacable lluvia de cruces penetradas en la carne y mostrando su desvalimiento, es curioso que las cruces se contrasten en grises y blancos, los colores con los que se modela el cuerpo del joven. Obra abierta, sin embargo, que nos sumerge en el tiempo de las historias antiguas y recuerda a Sebastián, el soldado romano martirizado por orden del emperador al tener conocimiento de que profesaba el cristianismo.

Iconografía intensa y múltiple, así veo las imágenes de Romeo Niram. En el vídeo sobre los retratos de los herederos al trono de España, cita a tres maestros básicos: Leonardo, Dalí y Brancusi.

Los dos primeros realistas (Dalí surrealista) de profundos significados, y Brancusi abstracto, igualmente de profundo significado. Realismo, surrealismo, abstracción, tres maneras de expresar imágenes fundamentales en el arte desde principios del siglo veinte. La síntesis de estos estilos lleva a Niram a intercambiar formas diferentes para crear la imagen, las dota de una fuerza interna.

Me atrae la invención que se ve en La fórmula de Dios pintura de la serie “Brancusi E=mc2”, en primer plano el huevo cósmico sobre una especie de caja circular, y detrás, enmarcados en el universo: a la derecha, la versión de la creación de Adán por Miguel Ángel, Dios señalando a un solitario Adán; a la izquierda, Eva encumbrada en mandorla como el Todopoderoso, con abundante pelo suelto y rodeada de jóvenes, no está sola, aquí hay alegría.

Como una diosa señala con su brazo E=mc2 en dirección al ovalado huevo cósmico que guarda en su interior otra vez la fórmula de Einstein.

Esta famosa fórmula universal relaciona la energía y la masa adentrándonos en la transformación de los cuerpos. Teoría religiosa y científica, creación del hombre y explosión del universo, en el centro ese embrión transparente como algo mágico.

Ciencia y poesía nuevamente. Podríamos adentrarnos en la noche de los tiempos cuando las diosas eran honradas por colaborar tan grandemente al milagro de la vida. Un símil poético se me ocurre: la diosa ofrece sus tibias manos y el hombre cree soñar. Pintura y poesía tienen una cosa en común, contar la historia con los elementos esenciales.